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Silencio

"Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria..."

Parafraseando al "ser" que se oculta en mi habitación

jueves, 28 de mayo de 2009


La noche fría, los pasos gastados, la brisa nocturna, su rostro, la estación 150. Todo sigue igual. Poco cambia. Ayer fue así. Hoy no sé. De qué sirvieron los miles de cabellos extendidos en mi almohada sucia, los sonidos azules de Lucybell, los Cortos de Fuguet. La verdad no lo entiendo, somos todo y al mismo tiempo nada.

Briseida

lunes, 11 de mayo de 2009

Parafraseaste a Chejov en el muro: "Y de pronto verás todo en forma clara...".
Amaste a las paredes mientras yo las odiaba.

Te acomodaste en mi nube hasta que te llevó el tiempo.
Más tarde reposé mi cabeza al pie de tu firma y olí la flor con aroma de café que me regalaste.
Extrañaron mis manos a tu pelo.
Extrañaron mis ojos a tu rostro.
Extrañé ver todo en forma clara.
E intenté dormir después de besar a tus labios falsos y decirles adiós.
Respondí entre sueños a tu pregunta y corroboré tu respuesta con palabras de Aquiles: "Tú fuiste paz en tiempos de guerra".

walk-walk away-walk on

sábado, 9 de mayo de 2009



Me gusta caminar de madrugada por el Jr. El Comercio -dejando el next drink- hasta la Plaza de Armas. Justo esta madrugada camino y me gustaría seguir caminando, pero asumo que podría ser peligroso; así que tomo un taxi casi llegando a 2 de Mayo y me dirijo a mi rincón.


Siempre me ha gustado caminar. En Trujillo, casi siempre, caminaba. Cuando estudiaba en la universidad caminaba desde la cuadra 9 de la Av. El Ejército hasta la Av. Húsares de Junín. Salía de la UPN y tomaba todo Ejército, luego cruzaba la Av. España para internarme en Independencia, así llegaba hasta la Plaza de Armas y la cruzaba mirando a "la libertad" para tomar Pizarro y atravesar nuevamente la Av. España; de esa manera salía a la Av. Larco -la que más me gusta transitar-, y casi a la altura de la tercera cuadra llegaba a la intersección que divide ambas avenidas e indica el comienzo de la Av. Húsares. Aquel trayecto me conducía directamente al ICPNA, ahora El Cultural. Allí estudiaba inglés.

Caminar es, para mí, casi como una terapia. Caminar me ayuda a pensar. Me ayuda a reflexionar. Me ayuda a tomar decisiones. Me ayuda a salir del estrés. A veces, me "ayuda" a estresarme más. Pero, la mayoría de veces me ayuda a sentir que estoy avanzando a pesar de que puedo estar retrocediendo. Caminar me permite ver el cielo. Me permite tiritar por las noches con ciertas estrellas y me permite brillar constantemente, con otras. También me deja ver el asfalto, la acera, la ciudad. Me permite saber que puedo inspirar y espirar el aire a mi alrededor. Sentir mi pecho. Me permite entender la posibilidad de continuar. Caminar es caminar. Es no correr. Quizás, huir. Huir de mí. Huir de ti. Huir de todos. Huir del mundo. Huir de Dios. Huir de nada. Solamente caminar. Lo curioso es que, en estos momentos, camino con las mismas zapatillas con las cuales caminaba en aquellos tiempos de universitario. Unas Chucks negras. Aunque ahora ya no tan negras porque envejecieron. En realidad, hemos envejecido juntos y nos hemos mimetizado para cortar el viento y secarnos naturalmente las lágrimas e impulsarnos entre tierra, piedras, ladrillos, veredas, nuevos y viejos caminos. Las Chucks rotas "del Gian". Mira que no recuerdo haberlas lavado muy a menudo. Solo de vez en cuando pasarles un trapo húmedo por las plantas blancas de la base, sin tocar la lona. El logo, siempre intacto. Cuando las dejo descansar, en los talones, se ven marcas del pegamento que deja el masking tape, el cual utilizo para que mis jeans no arrastren. Menos mal que no tengo mal olor en los pies, sino ya estarían en el recuerdo. Definitivamente, algún día quedarán en el recuerdo, pero por otras razones, como las amarillas y las turquesas que tuve. Murieron. Ahora, también tengo unas completamente negras y me encantaría tener unas con la bandera de Inglaterra, unas celestes, unas azules, unas grises y varios pares de negras, clásicas. Sé que algún día dejaré de caminar. Moriré. En aquel momento espero que algunas queden en el closet para que camine Gianluca. Sin embargo hoy, me quedé con las ganas de caminar un poco más. Me quedé con las ganas de seguir caminando. De avanzar. Me quedé con las ganas de caminar nuevamente contigo.


2:00 a.m.

vagabundo espacial

miércoles, 6 de mayo de 2009

Te extraño. Y decirlo no es floro. No es esa huevada de decirlo solamente para sorprenderte, para engañarte o para manipularte. Te extraño porque te llevaste ese espacio que llenabas con tus relatos, tus sarcasmos, tus lisuras, tu soledad doble conmigo, tus arrebatos, tu olor, tu ser entero. Te extraño porque puta madre, te extraño. Te extraño porque ese espacio que llenabas te lo llevaste y en su lugar dejaste un hueco vacío, que no es precisamente ese espacio porque ese espacio solo calzaba contigo. Ahora es un hueco sin medidas, sin silueta, sin curvas, sin movimiento. Es solo un vacío sin tu nombre. Es un lugar que no es tuyo, ni mío. Es un maldito lugar. Un lugar sin forma. Un lugar sin ojos. Un lugar sin boca. Un lugar sin manos. Un lugar sin risas. Un lugar sin brazos. Un lugar sin piernas. Un lugar sin vagina. Un lugar sin calor. Un lugar sin esperanzas. Un lugar sin ilusión. Un lugar con sabor a alcohol. Un lugar con olor a tabaco. Un lugar sin lugar. Y ese hueco vacío que es el lugar sin lugar me mira sin tener ojos, me llama sin tener boca, me sujeta sin tener manos, me distrae sin tener risas, me abraza sin tener brazos, me excita sin tener piernas, me erecta sin tener vagina, me acalora sin calor, me esperanza sin esperanzas, me ilusiona sin ilusión. Ese hueco. Ese vacío. Ese lugar. ¡Ése! Ése es un demonio que dejaste en tu lugar. Por eso te extraño. Porque sin quererlo y sin saberlo me haces daño. Porque aquel demonio me susurra en el día y me ensordece en las noches. Por eso te extraño. Y sobretodo te extraño, porque perdí la paz que tenía contigo.