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Silencio

"Más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria..."

sábado

sábado, 31 de julio de 2010
Nuevamente vuelvo a ver los paraderos, las pistas auxiliares y los sucios números con ruedas que transportaban nuestras inquietudes y nuestros sueños. Desde la ventana de uno de éstos sigo observando la gris ciudad y su moribunda vida. Me pregunto si estará pensando en mí o pecando en su lecho mientras cruzo su avenida y sigo la mía. Ambas, como una especie de metáfora, forman una cruz que representa el sacrificio de Dios. Ella, en la parte más corta; y yo, en la parte que se extiende hasta la mole del Arcángel Micael. Me percato que otra vez he vuelto a respirar el aire frío y húmedo de la ciudad, y sonrío pensando que es el mismo que contienen sus pulmones justo en este preciso momento. El mismo que acortamos aquellas veces en que unía su fragilidad a mi pecho. Aquel aire que robaba de su propio aliento. Seguramente recordará que me gusta llenar mis pulmones hasta el final. Contener el aire, a pesar que aquí está muy contaminado. Sentir que aún estoy vivo, a pesar que me envenena. Una vez le dije "qué rico es el frío aquí", mientras ella caminaba a mi lado, entumecida y abrigándose con sus brazos. Sonrió mirándome con sus ojos tristes y ojerosos, y agregué "respira profundo, es como un halls". Ella lo hizo y terminó tosiendo. Es extraño, pero siento que el frío aquí es cálido. No sé si es porque ella lo transforma o porque he respirado vientos más fríos. Pienso en las cosas que dejamos de hacer. Ir al cine. Al teatro. Salir a caminar, con zapatillas para que su columna deje de preocuparme, aunque menos que su vientre. Ir 'a cualquier punto de la ciudad'. Hablar de cualquier cosa. Olvidarnos de la existencia. Conversar por conversar. Buscar dos capuccinos más. Leer en silencio sus promesas y confiar en que cada pisada no es en vano. Mentirle y decirle que todo estará bien. Decirle que la felicidad permanente, en este mundo, no existe, y que solo nos queda buscar un poco de tranquilidad. Decirle que la tranquilidad depende de ella y que está bien que no le gusten los riesgos, pero que esa evasión a su realidad es igual otro riesgo, porque el tiempo no es compasivo y las lágrimas igual caen por cuestión de gravedad. Que yo soy un riesgo. Que la vida es un riesgo. Y que según su filosofía, tendrá que apartarme para que pueda continuar.

Aunque no suelo hacer planes, a mi regreso en el séptimo día he planeado contemplar el oceáno por un pedazo de tiempo. Sostenerme en una de esas barandas que flotan sobre Larco Mar. Congelarme los pulmones con el gélido aliento de las oceánides. Sentir mi pelo deslizándose hacia atrás. Mirar a los surfers haciendo el amor con el mar. Formarla de mi costilla. Sostener su palpitar y sus huesos. Besarla y luego caminar. Sólo solo caminar. Me gustaría sentarme en una banca, pero me deprime contemplarme así. Me deprime tener que activar mis impulsos suicidas. Me deprime pensar que almorzaré con un fantasma. Creo que no voy a almorzar. Mejor pasaré, otra vez, a ver los cuadros en el Parque Kennedy. Retratos. Conceptos. Paisajes. Recuerdo que la vez pasada, en el parque, me topé con una campaña acerca del cuidado de los gatos. Gatos caminando en el césped. Gatos atendidos por veterinarios. Gatos en brazos de sus dueños. Artistas pintando gatos. Gatos en blanco y negro. Gatos a color. Gatos impresionistas. Gatos abstractos. Gatos pop art. Gatos. Me acerqué a uno de ellos cerca a un contero y me dijo con voz ronca y mirada penetrante "no te da tristeza tu especie. El amor que no obtienen de sus semejantes tampoco lo pueden expresar ellos mismos, pero lo expresan conmigo y con mi especie. Intenta pedirles algo y sabes lo que te darán. Nada. Pero si yo me acerco, ronroneo y les pongo mi cara de gato, lo tendré todo". Recordé la letra que dice 'antes de que me quieras como se quiere a un gato, me largo con cualquiera que se parezca a ti...' y le dije "es usted muy 'suertudo' mi felino amigo, pero no me gustaría tener su suerte. Mientras tanto me conformo con que usted continúe siendo un gato". Y más allá, el enjambre de gente rodeando el sonido intenso, grave y bajo de una salsa brava. Los abuelos bailando con muy buen compás. El auditorio eufórico. Gozaban y celebraban. Yo quise bailar con una abuela. "¿Se darán cuenta que esto es todo? De todas formas, para eso están y estoy aquí. Para morir con un poco de dignidad".

Hoy, en el séptimo día, no me detendré, solo trataré de avanzar...

que me alcance

jueves, 29 de julio de 2010
Entiendo que no puedo suplicarle una vez más
Pero nada se detiene
Solo vivo para ti


Dame solo un beso que me alcance hasta morir
Como un vicio que me duele
Quiero mirarte a los ojos...
"Luna"- Zoé
(Cover: Hello Seahorse)

el viento

miércoles, 28 de julio de 2010
Debo tomar el odio como a un rival
Debe temblar mi rostro hasta gritar... como huracán
Debo silbar y creer que ahuyenta el mal y no confesar...
Que siempre el viento vuelve en mi rostro... pasos... mis pasos
Debo tomar los hechos con ambas manos
Que siempre el viento vuelve en mi rostro... pasos...

El aire de tu voz soy yo
No puedes desafiar, ya has sido dos
Debes sangrar y ver el fin... todo vuelve a empezar
Mis pasos...
El aire de tu voz, soy yo
No puedes desafiar, ya has sido dos
Debes sangrar y ver el fin
Sangrar y ver...

Y ver el fin...
Y ver el fin...
Y ver el fin...
"Ver el fin" - Lucybell


al menos...

Somos cómplices los dos
Al menos sé que huyo porque amo
Necesito distensión
Estar así despierto es un delirio de condenados

Como un efecto residual
Yo siempre tomaré el desvío

Tus ojos nunca mentirán
Pero ese ruido blanco es una alarma en mis oídos

No seas tan cruel
No busques más pretextos
No seas tan cruel
Siempre seremos prófugos los dos

No tenemos donde ir
Somos como un área devastada

Carreteras sin sentido
Religiones sin motivo
Cómo podremos sobrevivir

No seas tan cruel
No busques más pretextos
No seas tan cruel
Siempre seremos
Siempre seremos
Prófugos los dos
"Prófugos" - Soda Stereo (Tributo: Ni voz ni voto)


filosofía de invierno

martes, 27 de julio de 2010
¿Cuál es la diferencia entre recordarte y dejarte en el pasado? O, es lo mismo. También está, no sé si has escuchado la frase: 'eres el pasado que no quiero recordar'. ¿Qué significa? De repente vas a decir, otra vez el estúpido existencial...
A mí me parece que hay recuerdos que siempre llevamos en el presente y otros que ya se convirtieron en pasado. Los pasados que no se quieren recordar, por ejemplo, son aquellos que nunca se pueden olvidar. O sea, continúan presentes. Siguen abiertos. Vivos. Latentes. Justamente por eso uno no los quiere recordar. Saben que hieren. Que nunca se cerraron. Que siempre existirá una posibilidad. Es tu corazón que encargaste en mi pecho.
Por otro lado, dejarte en el pasado significa la muerte. Significa que ya no hay vida. Que cumplió su ciclo. Que se cerró la puerta. La tranquilidad de poder tener otra posibilidad.
¿Con cuál de las dos te quedas?

Yo, justo ahora que abre un poco el sol digo puta madre qué frío.
Porque tengo miedo que tu amor sea algo que en el pasado no pueda recordar. Que te esfumes. Te vayas. No me contestes. Te cierres. Que no me quede más salida que la de dejarte pasar. Es una mierda la segunda posibilidad.

Sin embargo, cuando te miro, no me queda más que rendirme y aceptar que de todos los caminos eres el más parecido al amor. Ése que se ocultó todo el tiempo y, de repente, aparece como una tempestad. Arruina tu verdad. Te destruye. Te silencia. Te calma. Te da vida. Te esperanza. Te mata. Aquel camino que mata y nunca muere. La primera posibilidad. Esa que nunca se va a cerrar. Y hasta me atrevo a decir que soy lo mismo para ti. Soy el coro de la canción que te hace llorar. Soy el que no muere y mata. Soy esa especie de enigma que descifraste. Aquella ruta oculta que nunca te arriesgaste a tomar. Y tú, y mil disculpas si te lo digo así. Eres el calor que le hace falta a mis huesos por las noches y la sonrisa que le hace falta a mi rostro por el día.

para esto

lunes, 26 de julio de 2010
Pensándolo bien
Sé que siempre supe el desenlace

Me pasé la vida imaginándote
No es momento para ser cobarde

Posaré mis manos
Sanaré toda llaga de distancia
Lo terrible del mar es morir de sed

La lluvia cae
Cambia los paisajes de humo y viento
Borro el viejo mapa de catástrofes

Nuestros besos suenan verdaderos
Aún te sorprende el ruido del mundo
Desaparece
Ya no hay vacío

Yo seguí a la estrella más voraz
Nunca me llevó tan lejos
¿Para qué creer en el azar?

Yo nací para esto...
"Yo nací para esto" - Gustavo Cerati (duerme Tavo)


París

La traducción correcta es "Siempre tendremos París" (We´ll always have Paris).
Aunque también podremos decir: "Siempre nos quedará París".

(...?)

fe

Cuando camino me gusta encarar el viento.
Dilatar mis pulmones hasta casi estallar. Despeinar mi pelo y mi alma. Confiar.
Pensar en ti. Amar sin pedirte nada. Amar.
Alzar el rostro y firme caminar. Enfrentar los miedos. Creer en ti. Temblar.
Verte sonreír. Bromear. Escuchar tu escandalosa risa. Bailar.
Controlar nuestra paz. Saber que te tendré a mi lado un día más. Soñar.

Cuando camino me gusta encarar el viento.
Mirar el cielo. Escuchar música. No voltear.
Pensar en ti. Amar sin pedirte nada. Amar.
Imaginar tu rostro firme al caminar. Sostener tus miedos. Confiar en ti. Temblar.
Sonreír. Bromear. Desnudar mi alma. Jugar.
Controlar mi paz. Saber que estaré a tu lado un día más. Soñar.

Cuando camino me gusta inventarte a mi lado.
Mirar a mi costado. Descubrir el movimiento de tu cabello sin peinar. Tu sonrisa. Confiar.
Encontrar el compás de tus pisadas para no dejarte atrás.
Burlarme de la caballerosidad.
Sonreír. Dejar el mundo atrás. Saltar.
Controlar tu paz. Creer que estarás a mi lado un día más. Olvidar.

Cuando camino me gusta inventarte a mi lado.
Y creer que me abrazarás una vez más...
... que me abrazarás un día más...

... tres

Ha pasado por las estrellas de Orión y sus lágrimas han empezado a brotar. Por la falta de gravedad flotan y se elevan lentamente hacia la parte cóncava de la nave. Allí se han ido acumulando formando un techo de cristal. En vano intenta concentrarse y ser racional. Desde hace varias semanas, antes del despegue siente algo extraño en su pecho. Algo que lo presiona muy fuerte y que no lo deja respirar con normalidad. La computadora le advierte anomalías en la cantidad de sangre que bombea su corazón y su sistema nervioso roza los bordes de la desesperación. Siente que podría explotar. Desconecta rápidamente el sistema de voz porque aborrece ser analizado."Quizás ya no tengo aire en la cabina. Pero el panel indica que hay oxígeno suficiente para el viaje. Lo sé, aunque desearía en realidad pensar que se averió. Sería lo mejor, creo. No sé (siempre aquel no sé, para no aceptar de frente que lo sabe todo). Para qué vivir sin Esperanza. No tiene sentido alguno", piensa. Sabe que se contagió en el planeta Pandora de una extraña enfermedad. Sabe que atacó el sistema inmunológico de su corazón y de cada fibra nerviosa de su cuerpo. Sabe que la falta de respiración y la rapidez de su pulso sanguíneo agravan la enfermedad. Recuerda y sabe, aunque a veces duda, que ella también se ha contagiado junto a él. Hace unas semanas, cruzaron la entrada del cráter desierto cerca al mar. Nada podría haber impedido el contagio. Era la condición fatal para rescatar a la Esperanza. Para llegar a ésta debían cruzar por una bóveda muy pequeña. Él se ofreció a entrar, pero ella quiso acompañarlo y él no pudo impedir su terquedad y curiosidad. Apenas encajaron sus cuerpos en el estrecho lugar. Se acercaron tanto que pudieron suspirar con el perfume de sus almas llenas de complicidad. La prueba consistía en inhalar todo el aire de la bóveda sin soltarlo. Éste cargaba el virus mortal. Ahora no solo lo absorverían, también inhalarían los suyos. Si lograban contenerlo por cierto tiempo, la puerta de la siguiente entrada se abriría y con la exhalación de sus alientos resucitarían a la Esperanza, quien yacía en el fondo, enredada entre espinas. Así, aparecen como estrellas fugaces las imágenes por su mente y la computadora las muestra en todos los paneles de la nave. Su rostro. Sus ojos tristes. Sus prisiones. Sus caretas. Pero, sobre todo junto a él, su libertad y su fragilidad. Quería estallar al saber que ella a su lado podía ver 'la luz al otro lado de la luna'. Que con él sabía ceder con tan solo una mirada y una de esas tontas sonrisas. De repente las alarmas de la nave comenzaron a sonar. Advertían problemas en el corazón del piloto espacial. Él no quería escuchar. No quería escuchar. Cerró los ojos fuertemente y dos hilos de lágrimas ascendieron y cruzaron por su cabello. No soportaba imaginar cómo el viaje de su amada iba a terminar. Él reencuentro con su sol. Ese 'calor de invernadero'. Maldijo mil veces y la maldijo a ella porque las leyes de su galaxia le importaban más. Cómo puede sacrificarse así. Debía salvarla. Se tranquilizó. Suspiro. "¿Y quién soy yo? Soy el solitario 'viajero galáctico'. Al menos, sé lo que soy. Júzgame si quieres Dios en el concilio universal. Ante todas las galaxias. Ante todos los planetas. Sabes que soy solo tu creación. Viajo en el cansancio. Esta enfermedad es tu enfermedad. Descanso dos años luz con mis lunas y despego otra vez. Eso soy y ahora ya no tendré miedo al final. Nunca tendré un planeta para amar. Me refugiaré siempre en Penia, la pequeña luna del planeta Pandora. Allí mis días he de acabar. Recogeré mis pasos. Recogeré mi sangre. Recogeré mi vía láctea".

2046: La nave salió de su rumbo y tomó nuevamente la órbita del planeta Pandora. Su objetivo: alunizar en Penia, la pequeña luna que acoge a los desamparados y a quienes no le temen a la soledad.

Uno, dos, ...

sábado, 24 de julio de 2010
"Uno, dos, tres".
El espacio fue dilatándose entre sus espaldas y cada uno se dirigió a su nave espacial. Ya a bordo, él quisiera saber si ella no volteó al caminar. Se cuestiona. Piensa. Se convencé. "Al menos", reflexiona, "yo no quise verla partir". Cree, firmemente, que ella tampoco estaba dispuesta a aquello. Así, cada uno enrumbó su viaje galáctico en compañía del silencio. Y es que las palabras ya no existen. Los satélites, después de la guerra, se averiaron; y las conexiones, no sirven. Él lo sabe, pero ciego prueba inútilmente sin poder hacerlo. La extraña y el viaje apenas comienza. Ella, anhela encontrarlo tras mil años luz. Le dice que no tienen posibilidad de cancelar la misión: preservar la vida en otros planetas. Ella, se arriesga. Él, lo entiende.

Aterrizaron, el mismo día, en el planeta Pandora. En éste, tenían que buscar a la Esperanza, quien estaba oculta en las entrañas de un 'cráter desierto'. Él, era de un planeta distante, con tres lunas. Ella, de otra galaxia, con un solo sol y sin lunas. Ambos dieron con el cráter al mismo tiempo y rescataron a la Esperanza moribunda; sin embargo, él pensó que ella debía quedársela; pensó que su calor la sustentaría. De esta forma, él se la dejó, y en su lugar, la viajera espacial, se convirtió en la suya.

Año 2046: No hay comunicación. Solo interferencia y un cuaderno de bitácora espacial.

Solo caminé

viernes, 23 de julio de 2010
Caminé firme para no quebrarme, mirando las luces de los carros, a los peatones, las casas y el letrero del hostal. Sentí el frío de la ciudad, de mi alma, del sudor de mis huesos, de mis pensamientos, de mi voz... De repente la lejanía. El destierro. El eterno caminar.

Caminé sin parar hasta llegar al parque del eterno pensante: Vallejo. Allí escogí una banca y me senté a fumar un lucky strike, dos, tres. "¿Seré como el humo tibio que sale de mi boca y se esfuma sin más?" Quiero dejar la ciudad. Tomar las pocas cosas que tengo y no voltear. No me agrada la imagen del imbécil que contemplo desde lo alto. Ese imbécil que no aprendió a ver el mundo como los demás.


Dos bancas más allá veo al parapléjico que siempre adorna la puerta de un centro comercial en la avenida del mar. Está con una señora bella y bien vestida. Estoy yo. Ya no hay nadie más. Creo que ahora ya sé quién lo abandona en aquel umbral. Siempre me cuestioné quién podría hacerlo. Siempre lo juzgué o la juzgué. Ahora comprendo que abandonarlo casi un día entero es lo mejor para los dos. Ella, sentada en la banca, lo contempla. Él, en su silla de ruedas decorada con una banderita del Perú, balbucea y mueve su cabeza torpemente. Ambos, se aman. Tal vez sea su madre. Tal vez no sea nadie. Pero lo alimenta. Le da de beber con un sorbete. Limpia su boca. Le habla. Parece llorar. Todo indica que el esperpento humano, la burla de sí mismo, el maldito hoy, no es él; soy yo.

Caminé enamorado de ti y me amaste. No te importó mi enfermedad, mi locura, mi maldición, mi fealdad. Me alimentaste con tus pasos sin rumbo, tu calor y tu brazo izquierdo en mi cintura. Y aunque no tenga una banderita del Perú porque soy "el alienado", ése que balbucea y se mueve torpemente creyendo que nadie lo entiende, suelo ser la verdad que nadie mira de frente, aquella que desagrada, aquella que ofende, aquella que molesta a la gente, lo que da lástima, lo que no es "normal", el maldito de Dios; es por eso que algunas veces recibo limosnas y otras veces, un poco de amor cuando me miran de frente. Soy esa broma caprichosa. Soy la parte ofensiva del cristal.

Por eso me sorprende y me da miedo que no me alejes. O que digas, de pronto, 'con un pequeño nudo en la garganta', si tú quieres. Por eso me costó tanto identificar lo que más me gusta de ti (la verdad no son muchas cosas). Debe ser porque lo que más me gusta de ti es sentir que conmigo, te olvidas de ti. Ríes. Encantas. Te ves segura. Natural. Sincera. Frágil y fuerte. Dejas al menos por un rato tu pie en paz. Y lo que no me gusta de mí es sentir que con eso, no será suficiente.

Caminé hacia el busto del vate y le dije, "César, ¿cuál es el secreto para conocer el calendario de tu propia muerte y el lugar?" Volteé y dándoles la espalda, me alejé de la pareja singular. Aún tienen un pedazo de noche para amarse. Aún tienen un pedazo de tiempo. Y yo. Yo no tengo nada.

Palabras

jueves, 22 de julio de 2010
Últimamente me he peleado con las palabras. Parece que ya no soy más el asesino del silencio o tal vez ya no deba serlo. O creo que necesito las palabras de alguien más para justificar mi locura, mis arrebatos, mi armadura, mi herencia olímpica o, de repente, titánica: el hombre que no se resigna a ser solo un hombre. Sí, necesito las palabras de alguien más para convencerme que no soy el único ser que deambula por las calles del "olvido y la memoria".


Mucho más grave
Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo.
Sin embargo, hay algo que quisiera aclararte,
cuando digo todas las parcelas,
no me refiero solo a esto de ahora,
a esto de esperarte y aleluya encontrarte,
y carajo perderte,
y volverte a encontrar,
y ojalá nada más.
No me refiero a que de pronto digas, voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta, bueno llorá.
Y que un lindo aguacero invisible nos ampare,
y quizás por eso salga enseguida el sol.
Ni me refiero solo a que día tras día,
aumente el stock de nuestras pequeñas y decisivas complicidades,
o que yo pueda creer que puedo convertir mis reveses en victorias,
o me hagas el tierno regalo de tu más reciente desesperación.
No.
La cosa es muchísimo más grave.
Cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo,
también estás reescribiendo mi infancia,
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran,
y vos en cambio sabés que eso no sirve.

Quiero decir que estás rearmando mi adolescencia,
ese tiempo que fui un viejo cargado de recelos,
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo,
mi germen de alegría y regarlo mirándolo.
Quiero decir que estás sacudiendo mi juventud,
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos,
esa sombra que nadie arrimó a su sombra,
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas,
y quedé el armazón de mi verdad sin proezas.
Quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia,
este extraño confín de angustia y nieve,
esta bujía que ilumina la muerte,
este precipicio de la pobre vida.
Como ves es más grave,
muchísimo más grave,
porque con estas o con otras palabras,
quiero decir que no sos tan solo,
la querida muchacha que sos,
sino también las espléndidas o cautelosas mujeres
que quise o quiero.

Porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
donde los barcos llegan y se van.
Pero vos,
Por favor,
No te vayas...

Mario Benedetti

Intacto

sábado, 17 de julio de 2010

Retomo el teclado... No sé si lo hago para volver a ser un nefelibata o para no olvidar que siempre lo seré. Por ejemplo anoche me dijeron abstraído, en fin, lo soy en ciertas circunstancias, sobre todo cuando no me quiero acostumbrar a algo o a alguien. Otras veces me han dicho: diferente e indiferente, misterioso, irresponsable, aburrido, peculiar, marciano, interesante, romántico, freak, gracioso, fresco, inmaduro, sensible, irónico, atrevido, frío, solitario y tonto. De todas formas creo que son muchos adjetivos, uno más disparatado que el otro, al final los únicos que me describen son nefelibata, tonto, irónico, solitario, frío y este último que me pareció muy analítico: abstraído. Nefelibata, porque como dice Cerati, "he cambiado pero aún mi corazón permanece intacto, intacto, tan intacto como ayer", creo que mi corazón siempre va a soñar a pesar de que haya algunos sueños que tenga que dejar de soñar (al despertar). Tonto, porque tengo la esperanza de que las cosas puedan cambiar (el mundo, las personas, tú, yo), aunque creo que es más real lo que dice Andrelo (en una canción que comparte con Sabina y Paez): "como toda esperanza se esfumó". Irónico, porque es la única forma que tengo de burlarme de la estupidez del mundo y de paso de la mía; y no me burlo de la gente, más bien de lo que creen, de lo que viven, de lo que otros les engañan, de las máscaras, de sus cárceles, de las mías; de las tuyas, pero con mucho tacto para hacerte reír y no enfadar. Solitario, porque Dios me ha condenado al exilio y hasta ahora aún no comprendo por qué; por eso me quedé callado cuando alguna vez me preguntaste: "¿y a dónde perteneces?", ahora sé que pertenezco a un lugar aunque esté distante; sin embargo siempre temo regresar a la distancia espiritual, aquella en la que tienes físicamente un lugar y no es suficiente, no es suficiente tener las llaves de tu propia cárcel, de una cárcel dorada. Frío, porque alguna vez me dije a mí mismo que ya no creería en el amor (¿o debería decir, pensaría?); así, últimamente trato de evadirlo y quedarme solo con el amor de aquéllos que sí me aman; es complicado definir el amor y hasta resulta cursi hacerlo en estos tiempos, al final creo que me quedo con el de los extremos: el de los niños, por su inocencia; y el de los ancianos, por su lealtad. Abstraído, porque es el contrapeso para no desbalancear mi ser; es mi salida, es la negación de la afirmación, es la farsa de la sinceridad.

Retomo el teclado... No sé si lo hago por nefelibata, tonto, irónico, solitario, frío o abstraído. Quizás todos a la vez. Quizás ninguno a la vez. Tú debes saber.